Viggo Mortensen |
Hijo de padre danés y madre estadounidense, sus padres se habían conocido en Noruega y se casaron en los Países Bajos siguiendo el rito luterano. Cuando Viggo contaba sólo dos años de edad, y con la intención de mejorar su suerte económica, la familia Mortensen abandonó el barrio de Brooklyn para trasladarse a América del Sur; primero a Argentina, y más tarde a Venezuela. De su infancia en estos países heredó un buen español, con un marcado acento porteño.
Cuando tenía once años sus padres se divorciaron, y Viggo regresó a Nueva York con su madre y sus dos hermanos. De joven era inquieto y extremadamente simpático. Estudió en el Instituto de Watertown, donde dio rienda suelta a sus aficiones físicas e intelectuales: capitán del equipo universitario de tenis, era también adicto a los rodajes cámara en mano. Filmaba espontáneamente todo aquello cuya imagen le parecía digna de ser conservada.
En 1976, después de graduarse, ingresó en la Universidad de St. Lawrence, en Canton (Nueva York), donde se licenció en ciencias políticas y en lengua española. El futuro actor se manejaba ya a la perfección en inglés, español y danés, y se defendía bastante bien en francés e italiano. Al salir de la universidad, y volviendo a sus raíces, se trasladó a Dinamarca, donde vivió con sus primos ejerciendo los oficios más dispares. Su vocación seguía sin orientarse hacia ninguna dirección concreta.
De vuelta en Nueva York en 1982, decidió que su futuro estaba en la interpretación y se matriculó en la prestigiosa escuela de Warren Robertson. Mientras estudiaba, realizó diversas actuaciones con compañías amateurs de la ciudad, con las que fue ganando experiencia sobre las tablas. En cine participó en algunas escenas de Chicas en pie de guerra (1984), a las órdenes de Jonathan Demme, aunque éstas fueron eliminadas del montaje final. No obstante, esa experiencia le sirvió para conocer a actores de la calidad de Holly Hunter o Ed Harris: intérpretes con personalidad, que imponían sus rasgos a los papeles que se les presentaban.
Después de estas experiencias iniciales se trasladó a Los Ángeles, donde continuó ganándose la vida a caballo entre trabajos eventuales y algunas actuaciones. Gracias a su interpretación de un sádico nazi en la obra Bent recibió el Dramalogue Critics Award. Trabajando para la serie de televisiónSalvation! conoció a la actriz y cantante Exene Cervenka, líder del grupo punk X. Entre Viggo y ella surgió el flechazo, y ambos se casaron en 1987. Su hijo, Henry Blake, nació un año después.
El cine nunca había atraído especialmente la atención de Viggo Mortensen. Sus inicios en el medio fueron vacilantes: una fugaz intervención en La rosa púrpura de El Cairo (1985), de Woody Allen, que de hecho desapareció del montaje final. Bastante más enjundiosa fue su interpretación en Único testigo, en la que interpretaba a un joven amish al lado de Harrison Ford. Se dice que su actuación fue tan convincente que durante algún tiempo no recibió ofertas para rodar, pues las agencias lo habían tomado por un auténtico amish y no por un actor profesional.
Alternando su pasión por el arte contemporáneo (música, fotografía, cine, eventos multimedia) con el séptimo arte, fue subsistiendo gracias a papeles de escasa relevancia en filmes como Marea roja, La matanza de Texas 3, Extraño vínculo de sangre o 28 días, entre otros. De estos primeros tiempos como actor, probablemente merezca destacarse su papel de pretendiente de Isabel Archer (una espléndida Nicole Kidman) en Retrato de una dama (1996), de Jane Campion.
El salto a la fama le llegó de la mano de Peter Jackson. Requerido para el papel de Aragorn en la trilogía El señor de los anillos, en sustitución de Stuart Townsend, el primer candidato, su trabajo fue extraordinario. A pesar de que Viggo dudó al principio en aceptar o no el papel que le daría fama mundial, fue su hijo, apasionado seguidor de la obra de Tolkien, quien lo convenció para participar en el proyecto.
Completamente empatizado con el personaje que representa a los humanos en el épico relato, sus facciones nórdicas encajaron perfectamente en el rol. Cuentan que se implicó tanto en el rodaje que vestía con las ropas de Aragorn cuando ni siquiera tenía escenas que rodar, y que se encariñó tanto con el caballo con el que cabalgaba, que tras el rodaje decidió comprarlo. Asimismo, y como otros de los actores que trabajaron a las órdenes de Jackson, se tatuó un signo élfico.
Los once Oscar recibidos por el monumental filme triple no cambiaron la personalidad de Viggo, que siguió orgulloso de no tener televisión en casa y mantuvo su cláusula mágica según la cual, sea cual sea el filme que ruede, debe librar el día de Acción de Gracias para pasarlo en compañía de su hijo. Fanático del San Lorenzo de Almagro, el equipo de fútbol bonaerense, sus ruedas de prensa en los países hispanohablantes lo convirtieron en un ídolo accesible para el público español y sudamericano. Asimismo, hizo pública su rotunda oposición a la política militar del presidente estadounidense George W. Bush luciendo camisetas con mensajes que no daban lugar al malentendido: “No more blood for oil (‘No más sangre por petróleo’).
Resuelto a no convertirse en una estrella del cine, desde el éxito de El señor de los anillos decidió escoger con lupa sus apariciones cinematográficas. Cuando en 2004 cayó en sus manos el guión deAlatriste, que devoró de un tirón, no había leído nada de Arturo Pérez-Reverte, autor de las novelas cuyo protagonista es el capitán así llamado. Viggo se entusiasmó con el proyecto rápidamente. El duro rodaje de Alatriste, con tomas exteriores en muchos y muy dispersos puntos de la geografía española, no le bajó el ánimo. Según él, el hecho de viajar con las más de 200 personas del equipo a Talamanca del Jarama, El Escorial, León, Cádiz, Sevilla o Tarifa propiciaba un estado de cosas que favorecía el trabajo y que se aprecia en el resultado final del filme.
La película, ambientada en la España del siglo XVII, cuenta la historia de Diego Alatriste, valeroso soldado al servicio de la Corona española que combate en Flandes y que, al regresar herido al turbio Madrid quevediano, se enfrenta a oscuras intrigas. El éxito del filme contribuyó a aumentar la leyenda de Mortensen, cuyo rostro parecía nacido para encarnar el de héroes de otros tiempos.
Divorciado de Exene Cervenka, su actual pareja es Lola Schnabel, hija del pintor figurativo estadounidense Julian Schnabel, cuya obra ha influido notablemente en los cuadros que sigue pintando y exponiendo este actor atípico que considera secundarios los Oscar y que asegura que lo importante en su profesión radica en “contar historias y la inversión personal y emocional en el proceso”.
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