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Reina Máxima, la argentina que enamoró a Holanda

miércoles, 1 de mayo de 2013

Las ceremonias comienzan hoy a las 5. La investidura de Guillermo y su esposa es a las 9. Beatriz, que abandona el trono, dedicó elogios a su nuera: “Tiene un gran corazón”. Fervor en las calles.
Con una historia de reyes desastrosos y distantes, los holandeses prefieren a las matriarcas como reinas. Para romper una monotonía de 123 años, a la soberana Beatriz la sucederá un varón, Guillermo Alejandro, pero el país ya ha conseguido que lo proteja otra matriarca, Máxima, argentina y reina consorte. La diferencia es que es abierta, humana, espontánea, exótica, divertida y se ha transformado en el miembro más popular de la Familia Real y de todo el país. Dicen que ella es “la que manda” en la nueva pareja real y quien ha hecho realmente feliz a un rey que resistía su implacable destino.
A partir de las 5 de la mañana de hoy, hora argentina, cuando la reina Beatriz abdique y más tarde (a las 9) se concrete la ceremonia oficial de investidura de su esposo Guillermo Alejandro, Máxima se convertirá en la reina consorte, en medio de fiestas populares, bailes y un enorme entusiasmo que conmueve a esta ciudad. Anoche, Amsterdam ya era una fiesta interminable. La municipalidad contrató músicos y la ciudad fue un carnaval naranja despidiendo a la reina Beatriz y dando la bienvenida a Máxima y Guillermo. Nadie durmió para tener lugar en la ceremonia de inauguración. En los canales, los barcos estaban repletos de amigos, vecinos, desconocidos que celebraban en plena madrugada. La cerveza corría en cataratas, en un mar naranja, los colores de la Casa de Orange. Coronas, sombreros de cowboy con strass, tiaras principescas, guirnaldas, capelinas, camisetas. Todo servía para ser un holandés o un turista “Royal” .
La figura de Máxima está presente en todos lados. Es que en sólo 10 años ella se “holandizó” a una velocidad vertiginosa, en un proceso que dejo atónita hasta a la reina Beatriz. Aprendió a hablar correctamente holandés, después de internarse en una escuela de idiomas de Bruselas, adaptó los sombreros a sus rasgos tan vascos Zorreguieta, se vistió con elegancia argentina y el presupuesto de los Orange Nassau, una de las casas reales más ricas del mundo, y se transformó en la plebeya más elegante y al mismo tiempo naturalmente espontánea de las casas reales europeas.
Anoche, en un discurso transmitido por TV cuando se dirigía a la cena de gala con sus invitados de todo el mundo, la reina Beatriz dedicó elogios a su nuera: “Es una bendición”, dijo y agregó que Máxima tiene “un gran corazón” y “un sentimiento puro” y que espera que pueda “desempeñar un papel especial” como reina consorte.
La reina Beatriz adora a Máxima porque consiguió que su hijo y heredero quiera ser rey y goce de esa posibilidad, que hasta el aterrizaje de la economista y banquera argentina en su vida vivía como un tormento su sueño de ser “una persona normal”. Esta cosmopolita ex alumna del exclusivo colegio Northlands le hizo entender que podía reconciliar ser un soberano y disfrutar de la vida.
La doctora Daniela Hooghiemstra, que escribió el best seller “No se nace para el trono sin castigo”, explicó el fenómeno. “Ella le ha enseñado cómo hay que tener esta posición especial y disfrutarla. Guillermo siempre había sufrido esa posición” contó a Clarín (ver pág. 6).
Cada soberano impone su propio estilo en Holanda y cada reina ha sido más diferente a la anterior. Guillermina, la reina de la resistencia contra los nazis, Juliana, la monarca de la gente y Su Majestad Beatriz, prusiana disciplina para recuperar la jerarquía institucional.
El rey Guillermo Alejandro y su reina consorte Máxima serán diferentes, populares, accesibles y sus súbditos podrán llamarlos como ellos quieran. Desde su Majestad o Su Alteza Real a Guillermo y Máxima. Su rol también será distinto: serán unificadores del país y la mejor fórmula para promover el reino y su histórica capacidad de hacer negocios globales.
El historiador Henk Te Velde es profesor de historia holandesa en la Universidad de Leiden, donde toda la Familia Real se ha educado. El prestigioso académico coincide con las encuestas y dice que Máxima “es la persona más popular de la Familia Real de Orange. Probablemente la influencia en su marido será en dos direcciones: ella es buena en relaciones públicas y Guillermo Alejandro era mucho más tímido 20 años atrás que ahora”.
La reina Beatriz perdió frente al parlamento sus poderes de ser intermediaria en la formación del gabinete de gobierno, en un reino donde la política era muy consensual hasta la aparición del populismo derechista antiinmigrantes. Esa pérdida no le preocupará a Guillermo Alejandro porque él prefiere otra misión menos política, más social y económica: unir, aliviar las tensiones sociales y promover el reino en el exterior.
Pero Máxima no tiene un rol constitucional ni político. Será reina consorte y solo asesorará a su marido, no al reino.
Con su carcajada fácil y sus conocimientos de economía, Máxima aparece frente a los inmigrantes como alguien humano, que entiende sus problemas, habla un holandés con acento y es extranjera como ellos, adaptándose a su país. Entiende sus dificultades de la vida cotidiana, su binacionalidad, su bilingüismo, su religión y su multiculturalidad y al mismo tiempo, es la reina.
Shalah Aafar es uno de ellos. Nació en Marruecos pero es un holandés marroquí. “Máxima es natural, humana, simple. Va a ayudar en la integración en este país”, pronosticó Affar, un ingeniero electrónico. Kimberley del Prado, una “wedding planer” que cree que “las cosas están cambiando en Holanda”, señaló: “Guillermo y Máxima van a ser aún más abiertos pero tendrán que ser mas duros con el gobierno, que se sirve a sí mismo y no a la gente”.
No todos opinan lo mismo, aunque son minoría. Mariam, una anticuaria de La Haya que prefiere no dar su apellido, es terminante: “Yo no quiero como reina a una mujer con ese padre. Es inaceptable para Holanda y a ella le gusta el poder, sin límites”.
“Una pareja normal”. El sueño de Guillermo Alejandro de ser un “holandés normal” se volvió realidad gracias a la astucia y la apertura de una princesa argentina desinhibida, ambiciosa y muy inteligente.
“La popularidad de Máxima es porque es muy cálida, con una personalidad abierta y habla de todo”, contó Anita Ishwardt, médica. “Ella tiene mucho conocimiento sobre Holanda y es muy importante”.
Máxima es una católica en un país calvinista, austero, igualitario, donde el dinero cuenta y se mide con consciencia. Su monarquía es constitucional. Sus reyes trabajan y por eso abdican las reinas: para que sus hijos comiencen su carrera más jóvenes. El deber de un rey es servir a los holandeses. Esa es su función.
Su vestuario y sus permanentes vacaciones en el extranjero inquietan a los holandeses. Es su rol de “celebrity” el más incomprendido por sus súbditos.“La probable crítica, especialmente de los populistas de derecha, es que la Familia Real es parte del jet set internacional”, consideró el historiador Henke Te Velde.
La misión más dolorosa para Máxima debe haber sido admitir que debía criticar el pasado dictatorial de su padre, Jorge Zorreguieta, sin matices, no invitarlos al casamiento y aceptar la exclusión de él y su madre María Pame de cualquier acto oficial holandés. Un duro precio a pagar por una hija para ser una reina.
Lo establece el diputado Jeroen Recourt, laborista y experto constitucional: “Máxima es nuestra nueva reina, la mayoría de la gente la quiere. Las cosas que su padre hizo o no, no son responsabilidad directa de Máxima”.
Desde hoy Máxima Zorreguieta Cerruti será la reina consorte. Máxima, la más holandesa de las argentinas o la única argentina “holandizada” para siempre.

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