Máxima, la mejor carta de presentación de Holanda al mundo
POR MARÍA ARCE
La argentina ayudó a mejorar la imagen de la monarquía a la que los súbditos consideraban demasiado fría y distante.
“El príncipe Willem Alexander no podría haber elegido una mejor novia que la argentina Máxima Zorreguieta”. La frase la publicó Radio Netherlands, uno de los servicios de noticias más importantes de Holanda, cuando se cumplieron 10 años del anuncio del compromiso entre la argentina y el heredero al trono holandés. Desde aquel entonces, Máxima viene trabajando al 100% para dar lo mejor de sí y convertirse en la mejor embajadora de su país de adopción.
Marco Hochgemuth es editor de Internacionales de Radio Netherlands y escribió un artículo en el que explicó cómo Máxima logró convertirse en la mejor “tarjeta de negocios” de los Países Bajos ante el mundo. Habían pasado pocos meses de su noviazgo con el heredero al trono de Holanda cuando Máxima recibió el visto bueno de la reina Beatriz. A partir de entonces comenzó un arduo proceso de preparación para convertirse en princesa. Clases de holandés (hasta 12 horas al día), de historia, cultura, costumbres y tradiciones de ese país contra el que había gritado los goles en la final de la Copa del Mundo de 1978. Argentina le ganó a Holanda por 3 a 1. Y Máxima los aplaudió con pasión sin imaginar jamás el futuro que le esperaba.
A pesar de aquella intensa preparación, el éxito de Máxima parece haber sido seguir siendo ella misma. Incluso, se lo dijo a Kate Middleton, luego de que se anunciara la boda de la plebeya inglesa con el príncipe William de Inglaterra. “Mantente fiel a vos misma. Es un trabajo adorable”, le dijo la argentina que tenía más de 10 años de experiencia en el puesto real.
Para Hochgemuth, esa es una de las claves de la Maximanía: la naturalidad de la argentina, que conquistó al príncipe holandés a pura simpatía. “Las primeras imágenes de Máxima en los Países Bajos llegaron en septiembre de 1999, con un video de una linda fiesta en la playa en Argentina. Una joven bailando, bebiendo y riendo en compañía de algunos amigos de América Latina. También fue una fiesta similar la que reunió a Willem Alexander con Máxima en 1999. Con su cámara, Máxima, se abalanzó sobre el príncipe. Willem Alexander se sorprendió. "¿Qué estás haciendo? ¿Quién demonios es ella?", pensó el príncipe. Pero luego reconoció: "Fue amor a tercera vista", dijo el periodista.
Pero el cariño y el respeto que despierta entre los holandeses no se basan sólo en su naturalidad. Máxima aprendió a ser princesa –y ahora reina- y a cumplir con sus responsabilidades al pie de la letra. Es una profesional que se exige a tope y que supo transformarse en la mejor carta de presentación de Holanda al mundo. A donde va hace quedar de maravillas a su país de adopción. Nunca se le conocieron escándalos, caprichos ni malos tratos como a otros miembros de la realeza.
Máxima es un ejemplo de integración
En un país en el que la inmigración es una prioridad en la agenda política, Máxima ha hecho todo lo posible para servir como un ejemplo de integración. Cuando la pareja se presentó ante los holandeses el 30 de marzo de 2001, en televisión y en directo, ella hablaba muy bien el holandés, con un encantador acento español. Meses de lecciones y numerosos consultores la habían instruido en todos los aspectos de la ciudadanía, cultura y costumbres holandesas. El arduo curso de integración se completó en septiembre de 2001 con un recorrido de presentación por las 12 provincias holandesas y cuatro ciudades principales. A todos esos lugares, Máxima llegó acompañada de Guillermo Alejandro en su papel de novia. Y a todos se los metió en el bolsillo. Si con el príncipe fue amor a tercera vista, no hay duda que con el pueblo holandés fue un flechazo directo al corazón. “Me tratan como si fuera Madonna”, le dijo una vez a su hermana menor Inés.
Máxima es un ejemplo como hija
Máxima es la hija de Jorge Zorreguieta, quien llegó a convertirse en secretario de Agricultura durante la última dictadura en Argentina, que dejó 30 mil desaparecidos entre 1976 y 1982. El primer ministro holandés, Wim Kok, tuvo que poner en marcha una investigación inmediata sobre el papel de Zorreguieta en el año 2000 cuando el noviazgo entre la argentina y el príncipe se asentaba. El resultado fue lo que se conoce como Informe Baud. El prestigioso historiador Michiel Baud fue contratado para realizar durante cuatro meses una profunda investigación sobre el padre de Máxima. Para Baud no hay dudas de que el funcionario tuvo que haber estado al tanto de la situación, pero dijo que era prácticamente imposible que él estuviera personalmente involucrado en las violaciones a los derechos humanos. Máxima recién respiró aliviada cuando el Parlamento holandés autorizó el compromiso. Pero la felicidad le duró poco. La condición era que su padre no estuviera presente en la boda. Con todo el dolor del alma, la argentina aceptó. Su papá, para quien todos dicen que es su preferida, le pidió perdón por teléfono. Y Máxima le hizo el mejor regalo del mundo: hizo que interpretaran Adiós Nonino en la ceremonia de casamiento. Ella lloró a mares y a los holandeses se les desarmó el corazón al ver a esta hija conmoverse así por la ausencia de su padre. Muchos sintieron que habían llegado demasiado lejos al prohibirle a esa jovencita estar con su padre en el día más importante de su vida y lloraron con ella.
Máxima fue un ejemplo como novia
La de “prometida” fue la primera faceta que le conocieron los holandeses. Guillermo Alejandro le pidió casamiento a Máxima una tarde mientras patinaban juntos por los jardines del Palacio Real. Como debía ser, el príncipe se arrodilló y le pidió casamiento. Lo hizo en inglés para tratar de despistarla. Máxima quedó en shock. "Yo tenía mucho frío, ¡pero dije que sí de todo corazón!", confesó tiempo después. Máxima llamó a su familia a los gritos para contarle. Los preparativos se pusieron en marcha a todo vapor y, como cuando la entrenaban para convertirse en princesa, dijo que sí a cada sugerencia de la reina y de sus asesores. Aceptó casarse en invierno cuando soñaba hacerlo en primavera. Ni chistó cuando le dijeron que el diseñador y el vestido ya habían sido elegidos por Beatriz, tampoco cuando le pidieron revisar y aprobar la lista de invitados. Apenas protestó cuando le dijeron que debía firmar un acuerdo pre-matrimonial. En la boda, el 02/02/2002 Máxima apareció radiante con un vestido blanco de cuello chimenea y corte imperio de Valentino. Aunque el vestido había costado 160 mil dólares, hasta el día anterior la novia se había sentido en él como una enorme torre de yeso. Pero a todo dijo que sí. Fue la novia perfecta. La que se animó en el balcón del palacio a comer a besos a su flamante marido. Algo nunca visto por los holandeses que pedían más y más besos entre la pareja.
Máxima es un ejemplo como filántropa
El siguiente éxito de Máxima como princesa se basó en la construcción de una carrera dedicada al servicio social. Como economista y banquera, Máxima es una verdadera autoridad en el micro-financiamiento. Uno de sus objetivos ha sido expandir los microcréditos a los países más pobres. Incluso, llegó a ser nombrada asesora especial de la ONU en el campo de las microfinanzas. Pero no sólo eso. La ahora reina acompaña a varias instituciones de beneficencia y está directamente implicada en numerosas iniciativas centradas en las mujeres y los jóvenes. Los niños son otra de sus debilidades. Se la puede ver seguido en hospitales, acompañando a enfermos e inaugurando pabellones que mejoran la asistencia de los que menos tienen. En su discurso de investidura, Guillermo Alejandro lo dejó bien en claro. El papel social será el más fuerte que seguirá representando su esposa a quien definió como “una holandesa entre los holandeses”.
Máxima es todo un ícono de la moda
Aunque de jovencita le prestaba poca atención a lo que se ponía y solía andar con ropas holgadas y hasta un tanto desaliñadas, apenas ingresó a la familia real, Máxima supo que pondrían bajo la lupa cada cosa que hiciera y se pusiera. Una vez más, demostró que es una excelente alumna, que escucha y capitaliza lo que le enseñan. Máxima aprendió a vestirse como princesa. A lo largo de la última década, se convirtió en un ícono de la moda. Al principio se la veía en público siempre con cuellos altos y vestidos que tenían el ok de la reina Beatriz. Pero de apoco, fue descubriendo y mostrando su estilo. Un estilo que empezaron a copiar miles de holandesas. Las pashminas que tanto le gustan se volvieron su símbolo personal. Y el color naranja, uno de los que más le aplauden cuando lo elige como cuando festejó sus 40 años. También los looks osados, como al que se animó en la entrega de Premios Edison. Máxima se calzó un vestido de cuero negro con botas de caña alta y medias al tono. El pelo suelto, bien natural, le daba un look rock star que al público le encantó. Uno de sus diseñadores favoritos, el holandés Jan Taminiau dijo que Máxima, al igual que el resto de las latinas “tiene ese sentido elegante de la seducción en su ADN”. El día de la investidura volvió a demostrar que sabe de moda. Se cambió en cuatro ocasiones. Eligió un sencillo modelo para la abdicación; impactó con un imponente vestido azul cobalto en la ceremonia de asunción y se la vio bellísima en otro en tonos vino y beige para la noche. Para la foto oficial como reina eligió un vestido color bordó, atemporal, para una imagen que pasará a la historia.
Máxima es un ejemplo como mamá
A cada paso, Máxima debía probar que el día que la eligió Guillermo Alejandro no se había equivocado. Como esposa del futuro rey de Holanda sabía que entre sus obligaciones estaba la de gestar un heredero. En su primer embarazo tuvo que cuidarse mucho porque le subía la presión y terminó incluso haciendo reposo. Finalmente, el 7 de diciembre de 2003 dio a luz a Catharina-Amalia, su primera hija. El papel de madre es uno de los que mejor le salen. Se nota que cría a sus tres hijas con naturalidad y muy de cerca, aunque tenga la ayuda de niñeras argentinas. Tras Amalia vinieron Alexia (2005) y Ariane (2007), “la más latina de todas”, según declaró en público. “Cuando se ríe se ríe en serio y cuando llora también”, contó sobre su hija. Máxima es admirada por cómo participa en la educación de las princesitas. Las lleva al colegio, trata de hacer las tareas con ellas y es la más firme a la hora de decir que no. También a la hora de dar el ejemplo. En 2010, Máxima obligó a Amalia a vaciar su alcancía para ayudar a las víctimas del terremoto de Haití y más de una vez les ha hecho juntar juguetes para nenes necesitados. En la ceremonia de asunción se pudo ver cómo, de costado, pispeaba que sus hijas estuvieran todo el tiempo contenidas.
Máxima es un ejemplo como argentina
Aunque Máxima recibió la nacionalidad holandesa como regalo en su 30 cumpleaños y de manos de la propia reina, su sangre es 100% argentina. A sus hijas les habla en castellano para que puedan entenderse con sus tíos y abuelos que viven en el país que la vio nacer y en el que vivió hasta los 25 años, cuando emigró a Estados Unidos, sin saber que no regresaría jamás. Sin embargo, cada vez que puede vuelve. Le gusta pasar alguna de las fiestas de fin de año junto a su familia en el sur del país, escucha tango como su padre, desayuna con dulce de leche (light) y busca alfajores por Ámsterdam. Le encanta salir de shopping en Buenos Aires y comprar artesanías locales. También conserva su pasaporte argentino. Aunque se presenta como holandesa nacida en Argentina, Máxima no oculta el amor por su tierra. Y eso se le nota. A tal punto que ha hecho que los holandeses se interesen más por la Argentina. Desde que ella es princesa se ha incrementado el turismo hacia nuestro país, las academias de tango florecen como hongos y las parrillas se cuentan entre los restaurantes preferidos en Ámsterdam.
Máxima es un ejemplo como relacionista pública
Aunque alguna que otra vez se le ha escapado alguna palabrota (“Son unos desgraciados”, les dijo a unos fotógrafos que la perseguían y la hicieron caer al piso), otra de las apuestas de Máxima ha sido llevarse bien con la prensa. Para satisfacer la enorme demanda de los medios de comunicación, Máxima y la Casa Real organizan tradicionales posados junto a sus hijas y su marido tanto en verano como en invierno. Incluso, varios de ellos han sido en la Patagonia a donde suele venir en diciembre para visitar a su hermano Martín que vive allí. Aprendió a que nunca debe quitarse la sonrisa, a que los flashes la acompañan día y noche y hasta a pedir perdón en nombre de sus guardaespaldas. Más de una vez, tuvo que disculparse por la rudeza de quienes la cuidan cuando alguien quiso acercarse a pedirle una foto. Su calidez y simpatía son sus mejores armas. Gracias a ellas, ayudó a mejorar la imagen de la monarquía a la que sus súbditos consideraban demasiado fría y distante. Ella es todo lo contrario: cariñosa, cordial y espontánea. Tiene “ángel”.
Máxima es un ejemplo de sinceridad
Si se equivoca lo admite y no duda en dar marcha atrás si ha metido la pata. Mostrarse vulnerable, pero sobre todo sincera son otros de los rasgos que los holandeses adoran de Máxima. Será su princesa (ahora reina) pero es humana y como todos comete errores. Reconocerlos y aprender de ellos de cara a la sociedad le ha valido el reconocimiento y el cariño de la gente, como cuando se supo que junto a su maridoestaban construyendo una mansión en Mozambique, uno de los países más pobres del mundo y los súbditos casi los devoran. La pareja aceptó que se habían equivocado y salieron a vender la casa. Asunto zanjado. O cuando Máxima dijo en un discurso de 2007 que “la identidad holandesa no existe” y le dijeron de todo. Ella terminó por conceder que se expresó mal y que realmente había querido decir era que la nación holandesa era demasiado ecléctica como para definirla como algo estanco. El amor con sus súbditos, de nuevo sobre ruedas.
Máxima será un ejemplo de reina consorte
La argentina tiene muy en claro que su posición dentro de la monarquía holandesa es de la mano de su marido y que él es y será el protagonista absoluto del reinado que comenzó el 30 de abril. A diferencia de su suegra Beatriz que fue jefa de Estado, Máxima es “la mujer de”. Ella misma vivió de cerca lo que significa ser consorte. Su suegro, Claus, acompañaba a la reina a todas partes y la representaba cuando era necesario pero siempre fue tratado como príncipe, ni siquiera rey consorte hasta que falleció en 2002. Consciente de que su rol será limitado y para que no queden dudas, Máxima lo ha repetido hasta el cansancio: “Me comportaré como hasta ahora”. Su trabajo como reina consorte será la de apoyar a su esposo. “Si el rey no puede ir a un lugar, puedo representarlo, pero nunca sustituirlo", explicó. Esta actitud, que Máxima ha sabido tener desde el comienzo, le ha valido la confianza de su suegra que, llegado el momento, no dudó en abdicar a favor de su hijo mayor y, en consecuencia, de su nuera argentina. El día anterior a abdicar, Beatriz lo dejó más que en claro. Antes los invitados de honor a la asunción de su hijo confesó: "Máxima es una bendición"
La argentina ayudó a mejorar la imagen de la monarquía a la que los súbditos consideraban demasiado fría y distante.
“El príncipe Willem Alexander no podría haber elegido una mejor novia que la argentina Máxima Zorreguieta”. La frase la publicó Radio Netherlands, uno de los servicios de noticias más importantes de Holanda, cuando se cumplieron 10 años del anuncio del compromiso entre la argentina y el heredero al trono holandés. Desde aquel entonces, Máxima viene trabajando al 100% para dar lo mejor de sí y convertirse en la mejor embajadora de su país de adopción.
Marco Hochgemuth es editor de Internacionales de Radio Netherlands y escribió un artículo en el que explicó cómo Máxima logró convertirse en la mejor “tarjeta de negocios” de los Países Bajos ante el mundo. Habían pasado pocos meses de su noviazgo con el heredero al trono de Holanda cuando Máxima recibió el visto bueno de la reina Beatriz. A partir de entonces comenzó un arduo proceso de preparación para convertirse en princesa. Clases de holandés (hasta 12 horas al día), de historia, cultura, costumbres y tradiciones de ese país contra el que había gritado los goles en la final de la Copa del Mundo de 1978. Argentina le ganó a Holanda por 3 a 1. Y Máxima los aplaudió con pasión sin imaginar jamás el futuro que le esperaba.
A pesar de aquella intensa preparación, el éxito de Máxima parece haber sido seguir siendo ella misma. Incluso, se lo dijo a Kate Middleton, luego de que se anunciara la boda de la plebeya inglesa con el príncipe William de Inglaterra. “Mantente fiel a vos misma. Es un trabajo adorable”, le dijo la argentina que tenía más de 10 años de experiencia en el puesto real.
Para Hochgemuth, esa es una de las claves de la Maximanía: la naturalidad de la argentina, que conquistó al príncipe holandés a pura simpatía. “Las primeras imágenes de Máxima en los Países Bajos llegaron en septiembre de 1999, con un video de una linda fiesta en la playa en Argentina. Una joven bailando, bebiendo y riendo en compañía de algunos amigos de América Latina. También fue una fiesta similar la que reunió a Willem Alexander con Máxima en 1999. Con su cámara, Máxima, se abalanzó sobre el príncipe. Willem Alexander se sorprendió. "¿Qué estás haciendo? ¿Quién demonios es ella?", pensó el príncipe. Pero luego reconoció: "Fue amor a tercera vista", dijo el periodista.
Pero el cariño y el respeto que despierta entre los holandeses no se basan sólo en su naturalidad. Máxima aprendió a ser princesa –y ahora reina- y a cumplir con sus responsabilidades al pie de la letra. Es una profesional que se exige a tope y que supo transformarse en la mejor carta de presentación de Holanda al mundo. A donde va hace quedar de maravillas a su país de adopción. Nunca se le conocieron escándalos, caprichos ni malos tratos como a otros miembros de la realeza.
Máxima es un ejemplo de integración
En un país en el que la inmigración es una prioridad en la agenda política, Máxima ha hecho todo lo posible para servir como un ejemplo de integración. Cuando la pareja se presentó ante los holandeses el 30 de marzo de 2001, en televisión y en directo, ella hablaba muy bien el holandés, con un encantador acento español. Meses de lecciones y numerosos consultores la habían instruido en todos los aspectos de la ciudadanía, cultura y costumbres holandesas. El arduo curso de integración se completó en septiembre de 2001 con un recorrido de presentación por las 12 provincias holandesas y cuatro ciudades principales. A todos esos lugares, Máxima llegó acompañada de Guillermo Alejandro en su papel de novia. Y a todos se los metió en el bolsillo. Si con el príncipe fue amor a tercera vista, no hay duda que con el pueblo holandés fue un flechazo directo al corazón. “Me tratan como si fuera Madonna”, le dijo una vez a su hermana menor Inés.
Máxima es un ejemplo como hija
Máxima es la hija de Jorge Zorreguieta, quien llegó a convertirse en secretario de Agricultura durante la última dictadura en Argentina, que dejó 30 mil desaparecidos entre 1976 y 1982. El primer ministro holandés, Wim Kok, tuvo que poner en marcha una investigación inmediata sobre el papel de Zorreguieta en el año 2000 cuando el noviazgo entre la argentina y el príncipe se asentaba. El resultado fue lo que se conoce como Informe Baud. El prestigioso historiador Michiel Baud fue contratado para realizar durante cuatro meses una profunda investigación sobre el padre de Máxima. Para Baud no hay dudas de que el funcionario tuvo que haber estado al tanto de la situación, pero dijo que era prácticamente imposible que él estuviera personalmente involucrado en las violaciones a los derechos humanos. Máxima recién respiró aliviada cuando el Parlamento holandés autorizó el compromiso. Pero la felicidad le duró poco. La condición era que su padre no estuviera presente en la boda. Con todo el dolor del alma, la argentina aceptó. Su papá, para quien todos dicen que es su preferida, le pidió perdón por teléfono. Y Máxima le hizo el mejor regalo del mundo: hizo que interpretaran Adiós Nonino en la ceremonia de casamiento. Ella lloró a mares y a los holandeses se les desarmó el corazón al ver a esta hija conmoverse así por la ausencia de su padre. Muchos sintieron que habían llegado demasiado lejos al prohibirle a esa jovencita estar con su padre en el día más importante de su vida y lloraron con ella.
Máxima fue un ejemplo como novia
La de “prometida” fue la primera faceta que le conocieron los holandeses. Guillermo Alejandro le pidió casamiento a Máxima una tarde mientras patinaban juntos por los jardines del Palacio Real. Como debía ser, el príncipe se arrodilló y le pidió casamiento. Lo hizo en inglés para tratar de despistarla. Máxima quedó en shock. "Yo tenía mucho frío, ¡pero dije que sí de todo corazón!", confesó tiempo después. Máxima llamó a su familia a los gritos para contarle. Los preparativos se pusieron en marcha a todo vapor y, como cuando la entrenaban para convertirse en princesa, dijo que sí a cada sugerencia de la reina y de sus asesores. Aceptó casarse en invierno cuando soñaba hacerlo en primavera. Ni chistó cuando le dijeron que el diseñador y el vestido ya habían sido elegidos por Beatriz, tampoco cuando le pidieron revisar y aprobar la lista de invitados. Apenas protestó cuando le dijeron que debía firmar un acuerdo pre-matrimonial. En la boda, el 02/02/2002 Máxima apareció radiante con un vestido blanco de cuello chimenea y corte imperio de Valentino. Aunque el vestido había costado 160 mil dólares, hasta el día anterior la novia se había sentido en él como una enorme torre de yeso. Pero a todo dijo que sí. Fue la novia perfecta. La que se animó en el balcón del palacio a comer a besos a su flamante marido. Algo nunca visto por los holandeses que pedían más y más besos entre la pareja.
Máxima es un ejemplo como filántropa
El siguiente éxito de Máxima como princesa se basó en la construcción de una carrera dedicada al servicio social. Como economista y banquera, Máxima es una verdadera autoridad en el micro-financiamiento. Uno de sus objetivos ha sido expandir los microcréditos a los países más pobres. Incluso, llegó a ser nombrada asesora especial de la ONU en el campo de las microfinanzas. Pero no sólo eso. La ahora reina acompaña a varias instituciones de beneficencia y está directamente implicada en numerosas iniciativas centradas en las mujeres y los jóvenes. Los niños son otra de sus debilidades. Se la puede ver seguido en hospitales, acompañando a enfermos e inaugurando pabellones que mejoran la asistencia de los que menos tienen. En su discurso de investidura, Guillermo Alejandro lo dejó bien en claro. El papel social será el más fuerte que seguirá representando su esposa a quien definió como “una holandesa entre los holandeses”.
Máxima es todo un ícono de la moda
Aunque de jovencita le prestaba poca atención a lo que se ponía y solía andar con ropas holgadas y hasta un tanto desaliñadas, apenas ingresó a la familia real, Máxima supo que pondrían bajo la lupa cada cosa que hiciera y se pusiera. Una vez más, demostró que es una excelente alumna, que escucha y capitaliza lo que le enseñan. Máxima aprendió a vestirse como princesa. A lo largo de la última década, se convirtió en un ícono de la moda. Al principio se la veía en público siempre con cuellos altos y vestidos que tenían el ok de la reina Beatriz. Pero de apoco, fue descubriendo y mostrando su estilo. Un estilo que empezaron a copiar miles de holandesas. Las pashminas que tanto le gustan se volvieron su símbolo personal. Y el color naranja, uno de los que más le aplauden cuando lo elige como cuando festejó sus 40 años. También los looks osados, como al que se animó en la entrega de Premios Edison. Máxima se calzó un vestido de cuero negro con botas de caña alta y medias al tono. El pelo suelto, bien natural, le daba un look rock star que al público le encantó. Uno de sus diseñadores favoritos, el holandés Jan Taminiau dijo que Máxima, al igual que el resto de las latinas “tiene ese sentido elegante de la seducción en su ADN”. El día de la investidura volvió a demostrar que sabe de moda. Se cambió en cuatro ocasiones. Eligió un sencillo modelo para la abdicación; impactó con un imponente vestido azul cobalto en la ceremonia de asunción y se la vio bellísima en otro en tonos vino y beige para la noche. Para la foto oficial como reina eligió un vestido color bordó, atemporal, para una imagen que pasará a la historia.
Máxima es un ejemplo como mamá
A cada paso, Máxima debía probar que el día que la eligió Guillermo Alejandro no se había equivocado. Como esposa del futuro rey de Holanda sabía que entre sus obligaciones estaba la de gestar un heredero. En su primer embarazo tuvo que cuidarse mucho porque le subía la presión y terminó incluso haciendo reposo. Finalmente, el 7 de diciembre de 2003 dio a luz a Catharina-Amalia, su primera hija. El papel de madre es uno de los que mejor le salen. Se nota que cría a sus tres hijas con naturalidad y muy de cerca, aunque tenga la ayuda de niñeras argentinas. Tras Amalia vinieron Alexia (2005) y Ariane (2007), “la más latina de todas”, según declaró en público. “Cuando se ríe se ríe en serio y cuando llora también”, contó sobre su hija. Máxima es admirada por cómo participa en la educación de las princesitas. Las lleva al colegio, trata de hacer las tareas con ellas y es la más firme a la hora de decir que no. También a la hora de dar el ejemplo. En 2010, Máxima obligó a Amalia a vaciar su alcancía para ayudar a las víctimas del terremoto de Haití y más de una vez les ha hecho juntar juguetes para nenes necesitados. En la ceremonia de asunción se pudo ver cómo, de costado, pispeaba que sus hijas estuvieran todo el tiempo contenidas.
Máxima es un ejemplo como argentina
Aunque Máxima recibió la nacionalidad holandesa como regalo en su 30 cumpleaños y de manos de la propia reina, su sangre es 100% argentina. A sus hijas les habla en castellano para que puedan entenderse con sus tíos y abuelos que viven en el país que la vio nacer y en el que vivió hasta los 25 años, cuando emigró a Estados Unidos, sin saber que no regresaría jamás. Sin embargo, cada vez que puede vuelve. Le gusta pasar alguna de las fiestas de fin de año junto a su familia en el sur del país, escucha tango como su padre, desayuna con dulce de leche (light) y busca alfajores por Ámsterdam. Le encanta salir de shopping en Buenos Aires y comprar artesanías locales. También conserva su pasaporte argentino. Aunque se presenta como holandesa nacida en Argentina, Máxima no oculta el amor por su tierra. Y eso se le nota. A tal punto que ha hecho que los holandeses se interesen más por la Argentina. Desde que ella es princesa se ha incrementado el turismo hacia nuestro país, las academias de tango florecen como hongos y las parrillas se cuentan entre los restaurantes preferidos en Ámsterdam.
Máxima es un ejemplo como relacionista pública
Aunque alguna que otra vez se le ha escapado alguna palabrota (“Son unos desgraciados”, les dijo a unos fotógrafos que la perseguían y la hicieron caer al piso), otra de las apuestas de Máxima ha sido llevarse bien con la prensa. Para satisfacer la enorme demanda de los medios de comunicación, Máxima y la Casa Real organizan tradicionales posados junto a sus hijas y su marido tanto en verano como en invierno. Incluso, varios de ellos han sido en la Patagonia a donde suele venir en diciembre para visitar a su hermano Martín que vive allí. Aprendió a que nunca debe quitarse la sonrisa, a que los flashes la acompañan día y noche y hasta a pedir perdón en nombre de sus guardaespaldas. Más de una vez, tuvo que disculparse por la rudeza de quienes la cuidan cuando alguien quiso acercarse a pedirle una foto. Su calidez y simpatía son sus mejores armas. Gracias a ellas, ayudó a mejorar la imagen de la monarquía a la que sus súbditos consideraban demasiado fría y distante. Ella es todo lo contrario: cariñosa, cordial y espontánea. Tiene “ángel”.
Máxima es un ejemplo de sinceridad
Si se equivoca lo admite y no duda en dar marcha atrás si ha metido la pata. Mostrarse vulnerable, pero sobre todo sincera son otros de los rasgos que los holandeses adoran de Máxima. Será su princesa (ahora reina) pero es humana y como todos comete errores. Reconocerlos y aprender de ellos de cara a la sociedad le ha valido el reconocimiento y el cariño de la gente, como cuando se supo que junto a su maridoestaban construyendo una mansión en Mozambique, uno de los países más pobres del mundo y los súbditos casi los devoran. La pareja aceptó que se habían equivocado y salieron a vender la casa. Asunto zanjado. O cuando Máxima dijo en un discurso de 2007 que “la identidad holandesa no existe” y le dijeron de todo. Ella terminó por conceder que se expresó mal y que realmente había querido decir era que la nación holandesa era demasiado ecléctica como para definirla como algo estanco. El amor con sus súbditos, de nuevo sobre ruedas.
Máxima será un ejemplo de reina consorte
La argentina tiene muy en claro que su posición dentro de la monarquía holandesa es de la mano de su marido y que él es y será el protagonista absoluto del reinado que comenzó el 30 de abril. A diferencia de su suegra Beatriz que fue jefa de Estado, Máxima es “la mujer de”. Ella misma vivió de cerca lo que significa ser consorte. Su suegro, Claus, acompañaba a la reina a todas partes y la representaba cuando era necesario pero siempre fue tratado como príncipe, ni siquiera rey consorte hasta que falleció en 2002. Consciente de que su rol será limitado y para que no queden dudas, Máxima lo ha repetido hasta el cansancio: “Me comportaré como hasta ahora”. Su trabajo como reina consorte será la de apoyar a su esposo. “Si el rey no puede ir a un lugar, puedo representarlo, pero nunca sustituirlo", explicó. Esta actitud, que Máxima ha sabido tener desde el comienzo, le ha valido la confianza de su suegra que, llegado el momento, no dudó en abdicar a favor de su hijo mayor y, en consecuencia, de su nuera argentina. El día anterior a abdicar, Beatriz lo dejó más que en claro. Antes los invitados de honor a la asunción de su hijo confesó: "Máxima es una bendición"
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