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El colegio que marcó a Máxima y a muchas famosas argentinas

domingo, 28 de abril de 2013

Educación Real. Máxima Zorreguieta, a los ocho años, en su casa de calle Uriburu, en Barrio Norte, con el uniforme del colegio Northlands. En la tradicional institución de Olivos cursó la primaria y la secundaria. | Foto: Cedoc

El colegio que marcó a Máxima y a muchas famosas argentinas

Exalumnas del Northlands recuerdan su paso por la escuela.

La historia comienza en 1920, cuando dos docentes  inglesas, Winifred Brightman y Muriel Ivy Slater, fundaron el Northlands School. La institución abrió sus puertas el 1º de abril de ese año y recibió a 16 estudiantes de ambos sexos. En poco tiempo su reputación creció y tres años más tarde dejó de recibir varones y se consolidó como“la escuela de las mejores mujeres en América del Sur”, tal como ellos mismos se definían.
Entre los principales objetivos que desde un principio se planteó la institución se encuentra la búsqueda de un alto nivel académico, siempre teniendo en cuenta el desarrollo personal, social y moral de cada estudiante, tal como lo representa el lema de la escuela,  “Amistad y Servicio”.
Pero sin lugar a dudas el sello Northlands que terminó de consolidar el prestigio de la tradicional institución es el haber formado a quien dentro de dos días será la reina de Holanda, Máxima Zorreguieta. Aunque la lista de mujeres que pasaron por sus aulas y hoy se destacan en su carrera es larga y variada: desde la periodista Mónica Cahen D´Anvers y su hija Sandra Mihanovich, a la senadora María Eugenia Estenssoro y la ex “leona” Mercedes Margalot, entre otras.
“Lo recuerdo muy divertido, muy centrado en el deporte y a la vez exigente. Te enseñaban a no a estudiar de memoria. También te abrían mucho la cabeza, porque había muchas hijas de embajadores, y gente que hacía grandes esfuerzos para pagar la cuota”, cuenta la periodista María Belén Aramburu, y destaca que muchas de sus ex compañeras “son mujeres que han hecho lo que han querido; que encontraron su pasión”.
Lo mismo señala la bailarina Vanina Escudero, que hizo el primario y secundario en la escuela de Olivos. “Estudié mucho y me formé como persona de manera integral. Hice muchas actividades extracurriculares como arte, oratoria, idiomas y debate. Tuve herramientas para aprender de todo”, dice. Para su hermana Silvina su paso por las aulas marcó su vida. “Viajé como coreógrafa del coro del colegio a países como Australia, Inglaterra, y recorrí el país también”, cuenta. La conductora María Freytes destaca el espíritu cosmopolita del colegio: “Era normal ver hijos de diplomáticos, muchos extranjeros, gente de color y de otras religiones. Esto habla de un espacio donde se acepta la diversidad de creencias y costumbres”.
Si bien muchas son reservadas a la hora de compartir recuerdos de la Máxima colegiala que conocieron, todas las ex alumnas, las old northlanders, como ellas se llaman, comparten el orgullo y la admiración por Máxima. La periodista Dolores Cahen D´Anvers describe a la entonces joven Zorreguieta como una alumna “capaz y rebelde”. “Tenía mucha personalidad, era muy graciosa, y muy inteligente. Considero que el destino de Máxima no depende del colegio al que concurrió. Ella es reina por su gran carisma y virtudes personales, el lugar que ocupó en la vida, más allá de su formación, que si bien la ayudó a ser quién es, el destino, su profesión y su entorno hicieron que se encontrara con un príncipe”.
También María Freytes conoció a Máxima en la escuela. Si bien es tres años menor, sus dos hermanas mayores eran amigas de la futura reina. “Ella siempre fue segura de sí misma, y tuvo la confianza para alcanzar lo que se propuso”, sostiene y señala que “lejos de haber sido una ´niña bien´ acartonada, fue una chica normal viviendo las mismas cosas que las demás. Como toda adolescente hacía régimen y seguro que habrá bailado o planchado en las fiestas, como el resto de nosotras. Su educación, la de su casa y la del colegio, hicieron que tenga todo lo necesario para ser una gran reina”. Carolina Oltra, confiesa que aún estudiaba en el Northlands cuando Máxima se casó con Guillermo Alejandro. “Fui a sacar un libro de la biblioteca y me di cuenta que ella lo había leído años atrás. Me da orgullo en todo sentido”, dice Oltra.
Aramburu resume el espíritu de muchas ex alumnas: “Cuando nos enteramos de la noticia sobre su reinado nos llenamos de orgullo. Aunque sabemos que no es la pertenencia al colegio lo que la convierte en reina. Cuando ella se hizo el test vocacional en Northlands dijo que esperaba más en su vida de lo que podía escribir. Quería ser una profesional de primera, era muy ambiciosa y en la vida le surgió algo que iba más allá de sus expectativas”.
Informe: Marina Hermann.
 “Era aplicada, pero también la rebelde del grupo”
“El Northlands es un colegio muy competitivo, donde se les da importancia a las disciplinas deportivas y que siempre se destaca en las jornadas de Sports entre colegios ingleses o en los intercolegiales de Zona Norte. (…)
El único team que perdía más de lo que ganaba era el de voley. ¿La capitana? Máxima Zorreguieta.
La futura  princesa dejó a las autoridades del colegio una queja por escrito: “Considerando que el vóley es un juego relativamente nuevo en el Northlands, nos fue bien y en el futuro nos irá mejor. Pero nadie se lo toma demasiado en serio por ahora. El vóley necesita más apoyo” (…)
Las chicas que viajaban más eran las de hockey, que jugaron torneos en Chile y en Uruguay.
Como a Máxima le gustaba tanto viajar, probó un poco con el taco y la bocha. Pero era el deporte más popular del colegio: trescientas alumnas lo practicaban. Y aunque la capitana era su amiguísima Florencia Di Cocco, resultaba muy difícil destacarse entre tantas. (…)
La natación le encantaba, pero no le agradaba nadar en el colegio. Sentía pudor cada vez que se ponía el traje de baño y se miraba en el espejo del vestuario. Sólo lograba eludir esos momentos con un “presente I”, que significaba que la alumna tenía el período menstrual, excusa perfecta para zafar de las clases de natación.
Las mañanas de sábado en el campus de Tortuguitas también podían ser para ella una tortura; le resultaba mucho más interesante ratearse y quedarse en la Shell de Olivos, el meeting point donde se juntaban las menos deportistas a tomar capuccino. (...)
Fue una alumna destacada durante el secundario. Nunca se llevó materias y era una chica aplicada y estudiosa. Pero siempre fue la rebelde del grupo. Era una de las que organizaba las rateadas grupales, la que ideaba las bromas más pesadas. (…)
También era ella claro, la que planeaba las salidas del fin de semana. Conseguía los datos donde se harían las mejores fiestas y su departamento de Uriburu solía ser el centro de reunión previo a la recorrida de los sábados por las discotecas.
* Fragmentos extraídos del libro Máxima, una historia real de Gonzalo Alvarez Guerrero y Soledad Ferrari, editorial Sudamericana.
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