El laureado realizador audiovisual español, Alex de la Iglesia, filmó en el Club Grandoli, a cuadras de donde nació. Los vecinos cuentan cómo recuerdan y viven la película del crack.
Cuenta la historia que fue en zona sur, en el Club Grandoli, de Sánchez de Thompson 201, frente a los Fonavi donde Lionel Messi jugó por primera vez y por azar. En rigor, el que formaba parte de un equipo era su hermano mayor, Matías, incentivado por su abuela Celia que lo llevaba de la mano. Una tarde, cuando Deportivo Amanecer, con camisetas verdes, esperaba impaciente en la cancha para empezar a jugar, los de Grandoli se dieron cuenta de que les faltaba uno. La abuela de los Messi con más cintura que un 9 dijo que afuera estaba su nieto más chico. Voló una remera naranja para Leo y entró. Dicen que ese fue el principio de todo.
Y así lo filmó esta semana en una escena del documental sobre la vida del crack, el director vasco Alex de la Iglesia. Veintiún años después, Messi volvió a jugar en el mismo barrio de zona sur y en el mismo club.
Varios pasajes de su vida fueron protagonizados por tres nenes: dos de Buenos Aires, Valentín Rodríguez, que lo representa a los 6 años y Juan Ignacio Martínez, que hace de Messi a los 9. Y hubo un tercer minimessi especialmente en la cancha.
El set de filmación se montó en el club donde nació Messi, pero curiosamente no se trata de un barrio sobrecargado con su impronta. Impera la sobriedad al mejor estilo del jugador más grande del mundo.
Por las calles se ven algunas camisetas de la selección argentina y del Barsa con el nombre Messi en la espalda, pero no más que en cualquier barrio. Allí lo que sí se destacan, en postes, muros y cordones, peleando cabeza a cabeza, son las pintadas de Newell’s y de Central.
Ayer, sin ir más lejos, un chico vestía la camiseta catalana de Messi, pero se negó a salir en la foto porque dijo que es de Central. Se la prestó a un primo: Yair García, de 10 años, quien posó junto a otro nene, Gastón Córdoba, chaqueño, de 9 años, que vestía la argentina, y estaba casualmente de visita en el barrio.
“Estuvo bueno ver tanto movimiento para la filmación. Nos levantamos a las 6 y eso que estamos de vacaciones”, dijo Roxana, una adolescente que vive en los Fonavi.
“¡Uh, filmaban como 20 veces la misma toma!”, agregó Rodrigo. Mientras, la tía del nene que posó con la camiseta del Barsa comentó que a muchos vecinos les quedó la sensación de que en la película lo “dejarán mal parado” a Leo. “Es que los españoles filmaron y mostraron toda la basura, cómo vivimos”, se lamentó.
La mujer hizo así mención a una de las seis escenas que se hicieron en Rosario, en que se cuenta que a Lionel le quisieron robar su bicicleta, en la calle, durante su infancia.
Hace tres años una empresa de turismo porteña (Tangol) anunció que haría un Messi Tour de 400 pesos por la zona. Pero parece que el paseo no fue atractivo. Porque, para encontrar sellos del astro en zona sur hay que caminar un poco. Al menos unas quince cuadras hacia el oeste, donde está la casa en que nació Messi, detrás del Distrito Sur. Allí, en la esquina de Estado de Israel y Juan Manuel de Rosas hay un mural que lo tiene a Leo de cuerpo entero, con la albiceleste, y con los índices levantados como suele festejar los goles.
Ahí tres vecinos, Sonia, Claudio y Julio, el vidriero, dicen que lo conocen desde chiquito. Que lo vieron andar en bicicleta, jugar con los chicos en la calle e ir a la escuela Juan Mantovani (Uriburu 549). Afirman que allí siempre pasa alguien, hasta extranjeros y sin tour mediante y preguntan: “¿Cuál es la casa de Messi?”. Dicen que nadie puede creer que sea tan simple. Y ellos contestan que es “como él: sencillo, sin estridencias, el mejor”.
El doble de la Pulga
Lo buscaron por ser zurdo y habilidoso como él a su edad. Y sin querer es, además, tímido y casi tan monosilábico como el propio Lionel Messi. Se llama Valentino Acuña, tiene 8 años, mide 1,27 metro y pertenece al semilllero de Newell’s Old Boys. Es el nene que hizo de la Pulga en las tomas en que jugaba a la pelota.
—¿Cómo fue ser Messi?
—Lindo.
—¿Qué directivas te dieron?
—Hacer jueguitos y pegarle bajo.
—¿Cuál es el mejor jugador del mundo?
—Messi. Tengo la mochila y la cartuchera de él.
El escueto diálogo se dio ayer en la Escuela de Fútbol Malvinas Argentinas donde entrenan las inferiores rojinegras. Allí Valentino filmó una escena del filme, junto a 21 compañeritos que hicieron de extras. Dicen que le pidieron una jugada de gol, pero el nene que hacía de arquero, contra lo previsto, atajó. Se escuchó un grito: “Díganle al portero que no ataje”. Se volvió a rodar.
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